Naturaleza Gente Cultura Ilustración del autor ….la batalla final Por Armando Araneda Sáez “El daño provocado a los ecosistemas naturales puede provenir de la naturaleza misma, erupciones volcánicas, tormentas y derrumbes. Sin embargo, hay consenso en que el principal agente perturbador en la actualidad es el ser humano”, señalan Ramiro Bustamante y Audrey A. Grez, investigadores de la Universidad de Chile. El RUIL es un árbol emblemático de la Región del Maule. Forma parte de su escudo de armas y crece únicamente en una franja costera de esa región, formando parte de un ecosistema único en el mundo. Sin embargo, y a pesar de haber sido declarado “Monumento Natural” -lo cual prohíbe su corta--, el ruil se encuentra en serio peligro de extinción. De hecho –según los especialistas- es el árbol en mayor peligro en Chile y su nivel de deforestación está entre los más altos del mundo. Antiguas actividades humanas tan familiares como la agricultura, la ganadería, la construcción de asentamientos humanos y los caminos, están siendo cuestionadas como las principales causas de que los paisajes naturales, alrededor del mundo, presenten algún grado de deterioro. Y una de las características más perversas de ese deterioro es la fragmentación. Una vez fragmentado, el hábitat comienza su desintegración alterando significativamente su medio ambiente natural. La gravedad de los daños provocados por la fragmentación conlleva, finalmente, a la extinción total de la flora y fauna que lo habita. En nuestro país los bosques nativos están sacando la peor parte. “El escaso aprecio histórico por los bosques nativos y el uso indiscriminado del fuego para expandir las tierras agrícolas y ganaderas, ha tenido como resultado una dramática fragmentación y reducción del área que ocupaba originalmente el bosque nativo chileno”, expresa el doctor Juan Armesto, del Departamento de Ecología, de la Universidad Católica de Chile. La fragmentación produce islas de hábitat que si no se tratan a tiempo pueden producir, incluso, su extinción. En la Región del Maule, Chile, los bosques de Ruil son el ejemplo más dramático. Un sobreviviente en peligro Refugiado en la Cordillera de la Costa, zona central de Chile, el Ruil sobrevive la última gran glaciación, entre las comunas de Curepto y Chanco, Región del Maule. En su libro Flora amenazada del centro sur de Chile, Paulina Hechenleitner, ingeniera forestal de la Universidad Austral de Chile, UACH, indica que “el Ruil (Nothofagus alessandrii) puede tener la desafortunada reputación de ser el árbol más amenazado existente en Chile”. Y no sólo eso: “...su índice de deforestación ha sido estimado como uno de los más altos del mundo”. Los terrenos ocupados por el Ruil, unos cien kilómetros documentados en 2003, alcanzan a 349 hectáreas. Sin embargo “…esta superficie no representa una unidad continua sino 232 pequeños bosques o fragmentos, aumentando en 5 fragmentos en tan solo un periodo de 12 años”, como informa Karen Palma, ingeniero forestal de la Universidad de Talca. El primer grupo de fragmentos está ubicado entre los ríos Mataquito, por el norte y el río Maule por el sur. El segundo grupo se encuentra entre los ríos Maule, por el norte, y Curanilahue, por el sur. Crecen principalmente en localidades de difícil acceso, con fuertes pendientes y en laderas que enfrentan hacia el sur. Cada fragmento de Ruil, con un tamaño de dos a tres hectáreas, tiene una separación entre fragmentos, de unos veinte metros aunque, en algunos casos, alcanza hasta los cien. El pino, debido a su gran capacidad de reproducción y rápido crecimiento, compite con el Ruil logrando colonizar los espacios entre fragmentos y, en algunos casos, insertarse al interior de ellos, intensificando aún más su amenaza al ecosistema. Transformados en pequeñas islas de hábitat y sin posibilidad de contacto con el resto de su especie, cada fragmento debió autosustentarse creando su propio hogar, su propio ecosistema. Por otra parte, la deforestación por corta ilegal de los mejores ejemplares de Ruil, ha ocasionado grandes daños a estos pequeños bosques. Pese a que la especie ha sido declarada Monumento nacional, lo que prohíbe su corta, esto aún continúa. Considerando el origen antártico del Ruil y el hecho que su especie haya superado tan grandes dificultades, es incomprensible que en nuestro tiempo se encuentre en inminente peligro de extinción. “Paradojalmente las zonas donde el bosque se refugió y sobrevivió durante la última gran glaciación pleistocenica, UMG, con su alto endemismo florístico y faunístico, son hoy las más devastadas por el impacto humano, con las consecuentes e irreparables perdidas de biodiversidad”, señala el Dr. Juan Armesto. La magnitud de la tragedia que están viviendo los Ruiles se entiende más claramente si echamos un vistazo al pasado. CHILE EN LA ERA DEL HIELO
…en la era del hielo
 Frecuentes glaciaciones afectaron nuestro territorio durante miles de años siendo la etapa más fría la ocurrida entre los 23.000 y 19.000 años antes del presente, etapa conocida como Último Máximo Glacial, UMG. 
Durante el UMG, los grandes glaciares que cubrieron nuestro territorio, en algunos casos de cordillera a mar, se han retirado, pero sus evidencias aún permanecen: Campos de Hielo Norte, Campos de Hielo Sur y Glaciar Balmaceda, en la Patagonia y otros 24.114 más pequeños* repartidos a lo largo de Chile. La variedad de bosques nativos –endémicos-- que existen hoy en el país, tiene relación directa con las transformaciones que experimentó nuestro territorio durante las repetidas glaciaciones. El periodo indígena Finalizada la última glaciación, entra en escena el ser humano. Y, hace unos 10.000 años, los primeros habitantes de este territorio, realizan actividades, principalmente, en áreas costeras y el valle central. 
Al no tener instrumentos de metal, los nativos no cortaron árboles y su capacidad para quemar y despejar terrenos era muy limitada. Subsistían principalmente en base a la recolección de plantas, agricultura y pesca. Al no contar con arados de metal, la agricultura era de “quema y cultivo”. De los árboles usaron las ramas caídas como leña para el fuego, estacas, flechas y construcción de botes. Este proceso fue especialmente activo en los últimos 2 mil a 3 mil años, que corresponden al período indígena.
Mapa en blanco y negro original de Hollin y Schilling (1981). Ecología de los Bosques Nativos de Chile / Editores Juan Armesto, Carolina Villagrán, Mary Kalin Arroyo, Santiago, Chile, 1996. pág. 53. / Coloreado de mapas: Chile Real.
Los colonizadores Con la llegada de los españoles, las cosas cambiaron. Asentados en la zona central del país se encontraron, de Santiago al sur, con inmensos bosques infinitos e inextinguibles. El árbol fue visto como material para la construcción de viviendas y por su abundancia, “un recurso” forestal inagotable. Pronto comenzarían las quemas de bosques con el propósito de limpiar terrenos para la agricultura y el pastoreo de animales. Sin embargo, con frecuencia, las quemas se transformarían en incendios fuera de control. Los bosques infinitos que explotaban los colonizadores, eran aquellos que habían sobrevivido al último UMG, y correspondían a una tercera parte de los que había antes de las glaciaciones. Uno de esos bosques es el ruil. Las plantaciones de pino insigne se iniciaron en 1940 en terrenos privados, como especies introducidas –no nativas- de crecimiento rápido. Esos terrenos estaban cubiertos por arboles jóvenes (renovales) que habían nacido a partir de troncos quemados, cortados y abandonados. Eran una segunda generación, conocida entre los especialistas como, bosques secundarios. “Los campos eran apropiados para la forestación pero, en vez de ser puestos bajo la administración de técnicos especializados, fueron quemados y replantados con pino”, expresa el Dr. Armesto. Debido a su agresivo crecimiento, el pino logró expandirse a los bosques nativos o a superficies que estaban degradadas por quemas programadas o tala selectiva. El Decreto ley 701 de 1974, promovido por el Estado, financia económicamente plantaciones con especies exóticas (no nativas), esto trae como consecuencia la sustitución de bosques nativos por grandes plantaciones, principalmente pino, modificando los bosques y sus ecosistema en forma drástica. A consecuencia de esas ideas --políticas de desarrollo forestal-- los bosques nativos de las Regiones del Maule y O´Higgins, prácticamente desaparecieron. Para colmo, esos terrenos reforestados con pino correspondían a los refugios glaciares que eran, justamente, las áreas con mayor diversidad de bosque nativo. Esfuerzos por recuperar el Ruil Estudios realizados en el lugar indican que, tanto las grandes empresas como los pequeños propietarios de terrenos con presencia de ruil, tienen una buena disposición hacia la realización de actividades de conservación en sus predios. A la fecha, el liderazgo por la recuperación del Ruil lo lleva la Región del Maule, a través de instituciones tan prestigiosas como la Comisión Nacional del Medio Ambiente, CONAMA; la Corporación Nacional Forestal, CONAF; el Comité Nacional Pro-Defensa de la Fauna y Flora, CODEFF; la Universidad de Talca (UTAL), la Universidad Austral de Chile (UACH) y la Universidad Católica del Maule (UCM). La Corporación Nacional Forestal, CONAF, tramita actualmente, la compra de 228,02 hectáreas de terreno con presencia de ruil, adyacentes a la Reserva Nacional Los Ruiles. Esta reserva, ya contaba con 45 hectáreas, con lo cual su actual superficie ascendería 273,02 hectáreas perteneciente al Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado, SNASPE. En peligro de extinción La voz de alarma sobre la catastrófica situación de esta especie la dieron investigadores de diversas universidades chilenas, partiendo por su descubridor, el profesor Marcial Ramón Espinosa Bustos, quien lo clasificó en 1926. Según los investigadores Bustamante y Grez, “… la disminución de los bosques de Nothofagus alessandrii, ruil, es uno de los más claros ejemplos en Chile, de la degradación ambiental como resultado de la actividad humana. La fragmentación del hábitat y pérdida de biodiversidad causadas por la deforestación son las principales amenazas a este ecosistema”. Y agregan “Sólo grandes esfuerzos, en el menor tiempo posible, podrían recuperar el Ruil”. * Atlas del Agua – Chile 2016. Superficie y número de glaciares, pág. 55. AGRADECIMIENTOS Nuestros agradecimientos a Felipe Barrios Martínez, Jefe de Departamento Áreas Silvestres Protegidas, CONAF, Región del Maule, y a Karen Palma Vergara, Ingeniero Forestal, Universidad de Talca, por su lectura previa de los originales del tema Bosques de Ruil del Maule. Asimismo estamos muy contentos con la entusiasta participación de María Paz Arzola, Magíster en Economía, PUC de Chile, por la lectura previa -a nivel de usuario- de todo el material publicado en nuestro sitio web. Armando Araneda Sáez y María Elena Correa Correa, Editores Para interesados Desde la era glacial a la industrial: La historia del bosque templado chileno. Juan Armesto, Carolina Villagrán, Claudio Donoso. PDF Ambiente y Desarrollo págs. 66-72. Marzo, 1994. Ecología de los bosques nativos de Chile. Juan J. Armesto, Carolina Villagrán, Mary Kalin Arroyo, Editores. 1996. Evaluación de la degradación de los fragmentos vegetacionales de Nothofagus alessandrii, “Ruil”, en el período 1991-2003, en la VII Región del Maule. Karen L. Palma Vergara. Tesis para optar al grado de: Ingeniero Forestal. 2005. Plantas amenazadas del Centro-Sur de Chile. Paulina Hechenleitner V. y otros. 2005. Ruil. Estado del conocimiento y desafíos para su conservación. Patricio Olivares Padilla, José San Martín Acevedo, Rómulo Santelices Moya, CONAMA, 2005.

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